Se había convertido alérgica a todo. Primero tuve que llevar al perro, Bruno, a casa de mis padres, porque un día empezó a estornudar y no paró de hacerlo hasta que me lo llevé. Luego le llegó la hora a Lope, el gato. Era un animal enorme, con el pelo gris brillante y ojos verde selva. También él se fue. Más tarde vi salir por la puerta de mi casa a dos canarios de color amarillo intenso y pico anaranjado que cantaban durante todas las mañanas mientras yo preparaba el café, hacía la comida o ponía orden a mis papeles. Todos se fueron. Uno a uno vaciaron la casa hasta no quedar nadie.
Tampoco
ella.
Se
había convertido alérgica a todo y en especial a mí.
Un día me dio por escribir pequeñas historias. De todas las que conseguí terminar, esta es una de mis preferidas. Tienen como cinco años, quizás más.
1 comentario:
A veces es difícil encontrar las alegias pero otras... nos lo ponen a huevo.
Publicar un comentario