Funcionalidad del Pasado.

Siempre me pasa que descubro la funcionalidad de las cosas cuando ya es demasiado tarde.

Y que sea demasiado tarde es precisamente la característica principal de este lugar.

Después de tanto tiempo encuentro que quizás este sea un buen sitio para mirar el pasado con los ojos del presente-futuro.

En cualquier caso, a los fantasmas del pasado, a los vivientes del presente y viceversa, sean ustedes bienvenidos.



domingo, 30 de octubre de 2011

Terminó octubre

y todo se puso gris y feo.

sábado, 8 de octubre de 2011

Eso y "tenemos que hablar" me revientan por dentro

Cuando nos conocimos dijo con total seriedad que me había encontrado en un momento complicado de su vida. Lo dijo varias veces. Aun recuerdo el momento exacto, una de las dos, sentada en la silla naranja fea y la otra en la cama negra destartalada y luego esas palabras convertidas en una frase hecha más. Carente de sentido. Sabía que con ella no tendría que luchar contra nadie más que contra mí. Sabía que no sería difícil si no lo complicábamos alguna de las dos. Y así fue. Lo complicamos. Los momentos difíciles los creamos nosotras. Por A o por B una va sustituyendo el bienestar por el dolor y nos terminamos acostumbrando a que si algo tenía que ser así, así pasaría. Pero aquello no fue un momento complicado para nadie.
Dos años más tarde me río pensando que ella no tenía ni idea de lo que era conocerse en un mal momento.
Ni pajolera idea de lo que era un momento complicado.
Y me río.
Me río mucho.
Tanto que voy a hacerte reír a ti también, "momento complicado de los cojones".


martes, 4 de octubre de 2011

ensoñaciones #4

Soñaba contigo cuando me despertaron.

miércoles, 3 de agosto de 2011

...

que todo el cambio no era un síndrome
sino un
polvo.

Qué casualidad.

sábado, 4 de junio de 2011

Antártico





[...]

Hubo entonces,
en un extremo de la tierra,
un punto matemático en el centro de un mar vacío
y, en el otro,
Yo,
en medio de vendavales sin fin
y donde cada punto cardinal
se aniquilaba en un abismo.

Y hubo frío,
el frío más frío de la tierra.
Y una noche,
y una soledad hubo
que nadie
ni nada
pudo darle fin.

[...]

Juan Pablo Riveros

lunes, 9 de mayo de 2011

Celos

Tengo celos de ti, por qué negarlo,
tengo celos de ti, celos rabiosos,
celos de la sonrisa de tu boca,
celos de las miradas de tus ojos,
cuando yo no te oigo... cómo hablas?
Cuando yo no te miro... cómo miras?
Cuando no estoy delante... cómo suenan
los raudos cascabeles de tu risa?

¿Tú sabes que en las miradas de los hombres
hay miradas impuras?
Que unas veces parecen que acarician
y otras parece que desnudan?
Cuando te envuelve una mirada de esas
y sientes que resbala por tu cuerpo
...Qué es lo que piensas?... Dí,
qué es lo que piensas?

Cuando tengo tu mano entre mis manos,
yo sé cómo tu carne se estremece,
cuando es otra la mano que te oprime,
qué es lo que sientes? Di,
que es lo que sientes?
Yo puedo adivinar qué pensamientos
laten en ti cuando de mí te acuerdas.
Cuando es de otro el recuerdo que te asalta,
qué es lo que sueñas?...Di,
qué es lo que sueñas?

Yo te he visto mil veces temblorosa
ante el fervor de mis ardientes frases,
con los divinos ojos entornados
y los húmedos labios anhelantes,
imbuida de amor desvanecida.

Cuando yo soy el amor, el que te habla,
si las palabras son las mismas...dime,
cómo te suenan de otros las palabras?
Tú juras que me has dado
tu corazón, tu cuerpo y tu cariño,
pero nunca sabré si tras tus ojos
se esconde un pensamiento que no es mío.

Y qué importa tu cariño entonces?
Qué vale la escultura de tu cuerpo
si son los pensamientos de tu alma
como villanos que arrebatara el viento?

PEDRO MATTA (España, 1875 - 1976)

martes, 22 de marzo de 2011

Ocho centímetros.



Ocho centímetros puede ser
la diferencia entre
estar feliz
y
ser feliz.

La estúpida cifra que nos convierte
en deportistas olímpicos
saltando obstáculos.
Hay narices grandes
como respiraciones,
grandes
como
un beso.

Quiero decir que
Ocho centímetros pueden cambiar
nuestra vida.
Las cosas se deslizan,
mis perfumes se caen,
los días se acaban antes.
Se acaban después de todo.

Ocho centímetros es la distancia
a la que estoy cuando te pienso,
por ejemplo
no tan lejos.
Una curvatura perfecta,
líneas que desde atrás
tú no veías.

Pasarán más de mil años
y
¿seguirá pasando lo mismo
entre tus cuatro y mis cuatro
centímetros?
Quiero comprobarlo
más allá,
mucho más lejos,
¡dónde va a parar!

Ocho es mucho más
de lo que mis manos acostumbran
y aun así
llevo siglos con las manos vacías,
paralelamente
quién puede conducir nuestra electricidad
durante tanto tiempo
entre los ocho centímetros que nos separan
cuando sin querer
te me adelantas.

O las sombras que se dibujan en tu espalda.
Hay ocho centímetros en los que la felicidad
se va palpando.
Ombligo y demás.
Al sur los días serán más cortos
y por ende
las noches medirán
ocho centímetros más.
Pasa lo mismo con el norte
pero sigo sin entender la diferencia.

Ocho centímetros de calma
en tu pecho
y
toda la ansiedad del mundo
esperando a que vuelvas.

Cuando me hago pequeña
mis ocho metros de abrazo
se convierten en todos los centímetros
de tu sonrisa
y es así como el mundo
vuelve a tener sentido
tambaleándose entre tus cuatro
y los míos.