Hubo entonces,
en un extremo de la tierra,
un punto matemático en el centro de un mar vacío
y, en el otro,
Yo,
en medio de vendavales sin fin
y donde cada punto cardinal
se aniquilaba en un abismo.
Y hubo frío,
el frío más frío de la tierra.
Y una noche,
y una soledad hubo
que nadie
ni nada
pudo darle fin.
[...]
Juan Pablo Riveros