Cuando nos conocimos dijo con total seriedad que me había encontrado en un momento complicado de su vida. Lo dijo varias veces. Aun recuerdo el momento exacto, una de las dos, sentada en la silla naranja fea y la otra en la cama negra destartalada y luego esas palabras convertidas en una frase hecha más. Carente de sentido. Sabía que con ella no tendría que luchar contra nadie más que contra mí. Sabía que no sería difícil si no lo complicábamos alguna de las dos. Y así fue. Lo complicamos. Los momentos difíciles los creamos nosotras. Por A o por B una va sustituyendo el bienestar por el dolor y nos terminamos acostumbrando a que si algo tenía que ser así, así pasaría. Pero aquello no fue un momento complicado para nadie.
Dos años más tarde me río pensando que ella no tenía ni idea de lo que era conocerse en un mal momento.
Ni pajolera idea de lo que era un momento complicado.
Y me río.
Me río mucho.
Tanto que voy a hacerte reír a ti también, "momento complicado de los cojones".