Funcionalidad del Pasado.

Siempre me pasa que descubro la funcionalidad de las cosas cuando ya es demasiado tarde.

Y que sea demasiado tarde es precisamente la característica principal de este lugar.

Después de tanto tiempo encuentro que quizás este sea un buen sitio para mirar el pasado con los ojos del presente-futuro.

En cualquier caso, a los fantasmas del pasado, a los vivientes del presente y viceversa, sean ustedes bienvenidos.



martes, 22 de marzo de 2011

Ocho centímetros.



Ocho centímetros puede ser
la diferencia entre
estar feliz
y
ser feliz.

La estúpida cifra que nos convierte
en deportistas olímpicos
saltando obstáculos.
Hay narices grandes
como respiraciones,
grandes
como
un beso.

Quiero decir que
Ocho centímetros pueden cambiar
nuestra vida.
Las cosas se deslizan,
mis perfumes se caen,
los días se acaban antes.
Se acaban después de todo.

Ocho centímetros es la distancia
a la que estoy cuando te pienso,
por ejemplo
no tan lejos.
Una curvatura perfecta,
líneas que desde atrás
tú no veías.

Pasarán más de mil años
y
¿seguirá pasando lo mismo
entre tus cuatro y mis cuatro
centímetros?
Quiero comprobarlo
más allá,
mucho más lejos,
¡dónde va a parar!

Ocho es mucho más
de lo que mis manos acostumbran
y aun así
llevo siglos con las manos vacías,
paralelamente
quién puede conducir nuestra electricidad
durante tanto tiempo
entre los ocho centímetros que nos separan
cuando sin querer
te me adelantas.

O las sombras que se dibujan en tu espalda.
Hay ocho centímetros en los que la felicidad
se va palpando.
Ombligo y demás.
Al sur los días serán más cortos
y por ende
las noches medirán
ocho centímetros más.
Pasa lo mismo con el norte
pero sigo sin entender la diferencia.

Ocho centímetros de calma
en tu pecho
y
toda la ansiedad del mundo
esperando a que vuelvas.

Cuando me hago pequeña
mis ocho metros de abrazo
se convierten en todos los centímetros
de tu sonrisa
y es así como el mundo
vuelve a tener sentido
tambaleándose entre tus cuatro
y los míos.