En los dos únicos horóscopos que conozco soy un animal venenoso.
En uno tengo una carcasa dura y negra y en el otro dejo atrás la piel cada cierto tiempo.
Soy sutil y doy miedo.
Pero ninguno de los dos pica si no se siente amenazado.
Yo ya llevo tiempo sabiendo que soy un buen tipo. Hace tiempo que aunque me siento amenazado, no vale la pena matar a nadie. Pero lo llevo dentro. Es parte de mí.
Y nunca se sabe. Y eso sí da miedo.
Soy una serpiente y soy un escorpión. Y soy un animal y sigo mi instinto. Igual de peligroso que una estampida de ñúes. Que una jauría de lobos. Que una manada de elefantes enfadados.
Yo no tengo manada, ni jauría. Pero me rodeo de gente que sabe que soy un buen tipo. Aunque lleve el veneno bien dentro de mí. Y ese es muchas veces el problema.
Que el veneno lo llevo dentro. El daño. La pena o el dolor.
En estos días me siento muy serpiente, y siento que estoy raspando mi piel vieja contra las rocas volcánicas de esta isla. Siento que escama a escama, te estoy dejando atrás. Y lo que quedará, será una piel transparente llena de jirones. Y yo me iré brillante y renovado, serpenteando, sutil y con cuidado de no derramar el veneno que contengo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario