Me he tirado en el suelo a dejarte ser,
ya no puedo luchar más contra tu recuerdo.
El suelo escamado, húmedo, áspero,
lo puedo tocar con mis escápulas
y con las palmas de mis manos.
Hace tiempo que no llueve,
Pero si lo hiciera,
¡Ay! Si lo hiciera.
Te pegas en mis gafas,
escurres salitre por mis cachetes,
lo vuelves todo tan denso y pegajoso
que ya no sé dónde empieza mi tristeza
y tampoco puedo agarrarla
porque es líquida
y se deshace entre mis dedos.
Hace tiempo que no llueve
pero ¡ay! si lo hiciera
el cielo resbalaría en la superficie salada.
Da la sensación de no estar llegando a ninguna parte
toda esa agua,
menos cuando sopla el viento.
Escuecen las heridas que no existen
porque no las puedes ver,
sopla el viento y eriza la piel
de sal de Uyuni,
me imagino una canción llegando hasta tus pies,
pequeñas ondas haciéndose grandes
en la inmensidad de la nada.
Pensar en ti es respirar hondo
en mitad de este desierto de sal,
arde todo por dentro,
me siento solo y triste
y creo que no voy a llegar a ningún lado
por más que ande.
Mis escápulas y las palmas de mis manos
hacen crujir la superficie de este suelo yermo.
el cielo es una gran cúpula anaranjada y azul.
agarro un puñadito de sal y me la unto en los ojos,
en la boca,
por la nariz.
Quiero curar esta cicatriz
o desaparecer de a poquito.
O esperar a que llueva,
¡Ay! si lloviera.
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